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Rusia ha abierto un lobo congelado de más de 44.000 años. Se buscan virus milenarios con vidaMiguel Jorge​

Las mejoras cápsulas del tiempo en forma de restos y vestigios orgánicos del pasado se encuentran en el permafrost de muchos de los enclaves más inhóspitos del planeta. No es casualidad, por tanto, que en Siberia hayamos encontrado restos del mismísimo mamut lanudo. Ahora, en una de las autopsias más fascinantes que se recuerdan, investigadores rusos han abierto un lobo de 44.000 años.

Un lobo del Pleistoceno. No hay mejor forma de definir a la criatura que encontraron en 2021 los residentes de Yakutia, en el este de Rusia. En un espeso permafrost bajo unos 40 metros, en un suelo que normalmente permanece congelado durante el año, dieron con un lobo prácticamente “intacto”. Aquella momia prehistórica tenía más de 44.000 años, y ahora quieren saber si en su interior ha guardado alguna otra sorpresa en forma de “vida” de la Edad del Hielo.

De hecho, estamos antes el único lobo pleistoceno adulto completo que se haya encontrado, uno que probablemente pertenece a una especie extinta mucho más grande que los lobos modernos (el estudio del genoma del animal ayudará a revelar dónde encaja en el árbol genealógico canino), y su estómago puede mostrarnos un mapa del pasado insólito.

Examen del cuerpo. Tras el descubrimiento, se trasladó el cuerpo a la Academia de Ciencias de la República de Sajá (Yakutia). Allí ahora está siendo sometido a una autopsia por científicos del Museo del Mamut de la Universidad Federal del Noreste y de la Universidad Europea de San Petersburgo.

Al parecer, en condiciones estériles, el equipo abrió el cadáver y tomó muestras de sus órganos internos, así como del contenido del tracto gastrointestinal. Al observar las bacterias en sus intestinos, los científicos indican que podría ser posible aprender sobre la dieta y la salud del lobo.

Depredador de la Edad de Hielo. Como ha explicado Albert Protopopov, investigador principal, “su estómago se ha conservado de forma aislada, no hay contaminantes, por lo que la tarea no es baladí. Como resultado de la preparación, esperamos obtener una instantánea de la biota del Pleistoceno antiguo”. No solo pueden observar lo que comía, podrían detectar incluso los objetos que consumían sus víctimas.

Además, un análisis de un premolar del espécimen ha determinado su edad, “a juzgar por el desgaste de los dientes y el desarrollo de la cresta sagital, podemos decir que se trata de un varón adulto”, cuenta Maxim Cheprasov, jefe del laboratorio.

Vida dentro del lobo. Sería un “tesoro” de valor incalculable. Los investigadores esperan que algunos de los microorganismos que habitan en el interior del animal aún puedan estar vivos, aunque no será fácil. Sugieren que estos organismos podrían estar suspendidos en un estado similar a la hibernación durante miles y miles de años bajo temperaturas bajo cero. 

No es algo nuevo. Ya habían encontrado muestras de bacterias que habitaban la estepa de mamuts, a partir del período Pleistoceno. “Vemos que las bacterias vivas pueden sobrevivir en hallazgos de animales fósiles durante miles de años, que son una especie de testigos de aquellos tiempos antiguos”, señalan. “Esperamos resultados que nos permitan avanzar más en la comprensión de qué eran las comunidades microbianas antiguas, qué función desempeñaban y en qué medida estaban representadas en su estructura bacterias patógenas peligrosas”.

La clave: permafrost. Como decíamos al comienzo, el permafrost es el elemento fundamental para encontrar vestigios del pasado. Ya sean virus, crías de mamuts o gusanos, estamos ante una “nevera del tiempo”, una capa de suelo permanentemente congelada bajo la superficie superior de la Tierra, que actúa como un material ideal para albergar y preservar especímenes vivos de miles de años atrás.

Qué hacer con un virus milenario. Además del estudio y análisis, la ciencia hoy permite ir más allá. Sin ir más lejos, en 2023 el investigador Jean-Michel Claverie anunció que había revivido un virus de 48.000 años de antigüedad que encontraron en el permafrost siberiano. Un virus que todavía podría infectar amebas unicelulares. 

De hecho, los investigadores han afirmado que si los microorganismos de la criatura de 44.000 años han sobrevivido, existe la posibilidad de que incluso puedan usarse para informar a la biomedicina moderna. Sí, un lobo del Pleistoceno podría desempeñar un papel crucial en el desarrollo de futuros medicamentos.

Imagen | North-Eastern Federal University

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