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Los perros callejeros son una estampa arquetípica de Estambul y Turquía. El Gobierno quiere ahora eliminarlosCarlos Prego​

De mejor amigo del hombre a enorme quebradero de cabeza para Recep Tayyip Erdoğan. Turquía vive una intensa polémica con implicaciones políticas, sociales, culturales y éticas que tiene unos protagonistas inesperados: los perros callejeros. Para muchos turcos son parte crucial de sus ciudades, como ocurre por ejemplo en Estambul, donde hay auténticos «perros de barrio» que los vecinos cuidan como si de mascotas colectivas se tratara. Para otros, los canes se han convertido en un estorbo y un peligro, argumentos que el Gobierno enarbola para poner sobre la mesa una medida radical: o encuentran dueños o acabarán sacrificados.

El debate está servido. Y afecta a algo más que los canes.

Adiós a los perros callejeros. Las autoridades turcas han decidido declararles la «guerra» a los perros callejeros. O al menos al status quo en el que se mantienen desde hace años. A finales de mayo Ankara avanzó un proyecto de ley que aspira a sacar de las calles a los cientos de miles de canes que vagan sin dueño.

La nueva legislación —avanzaba ya entonces Reuters— contempla dos grandes medidas: la primera, trasladar a los animales a refugios; la segunda, sacrificar a aquellos que no hayan sido reclamados ni adoptados pasados 30 días. El problema no es solo la propuesta en sí, sino qué implica en una país en el que es habitual ver animales sueltos por las ciudades y muchos municipios directamente carecen de refugios. Los críticos con la medida temen que la combinación de ambos factores acabe derivando en el sacrificio de buena parte de los canes capturados.

Repercusión en las calles. Prueba de hasta qué punto están presentes los perros callejeros en las ciudades de Turquía es que la medida ha generado una intensa polémica. Desde que Erdoğan dejó entrever sus planes se han registrado protestas y cruces de argumentos. El Colegio de Abogados de Ankara incluso llegó a enviar un informe al AKP, el partido que preside Erdoğan, en el que defiende otra solución para controlar las colonias urbanas, una que descarte un posible sacrificio masivo. Su propuesta pasa por una campaña de esterilización eficiente.

¿Qué dicen las cifras? Si el plan de Erdoğan ha resultado tan polémico no es solo por lo que plantea. Su enorme repercusión, dentro y fuera del país, se explica también por una cuestión de cifras. En Turquía hay muchos animales en las calles. Muchísimos. La prensa turca suele hablar de 2,8 millones de canes sin dueño y 6,6 millones de animales domésticos que vagan a su aire, buena parte de ellos gatos. The Guardian apunta que solo los perros rondarían los cuatro millones.

Esa misma cifra es la que compartía hace no mucho el ministro de Agricultura y Bosques, Ibrahim Yumakli, a través de X: «Se estima que el número de perros sin dueño está cerca de los cuatro millones; no se sabe con precisión porque pueden parir una o dos veces al año y tener hasta seis u ocho cachorros, y cambian mucho de lugar». A pesar de esas cifras, HAKIM, el Comité de Vigilancia de los Derechos de los Animales, denuncia que a lo largo de los últimos años solo se han castrado 260.000 perros anuales, «una cifra insuficiente para reducir la población total».

«Queremos que sean adoptados». El presidente asegura que el objetivo del plan es que «todos los animales que se lleven a los refugios sean adoptados». «Si podemos lograrlo, creemos que no será necesario dar el siguiente paso», defiende Erdoğan. La propuesta sobre la mesa contemplaría de hecho sacar fotos de todos los canes capturados para publicarlas luego durante 30 días en una web y facilitar así la adopción. En caso de que el animal salga del refugio, lo hará con un chip.

Las voces críticas, como Party of the Animals, advierten sin embargo que únicamente «el 20% de los ayuntamientos» disponen de refugios y «existe una gran preocupación» sobre las condiciones en las que viven los animales allí. El colectivo lamenta además que el Gobierno «lleva mucho tiempo» intentando cambiar la ley sobre perros callejeros y de momento solo se conocen «fragmentos» de su nueva propuesta, de la que incluso ha trascendido «información contradictoria».

Los argumentos de los críticos. No son los únicos argumentos que esgrimen los críticos. El diario Qantara asegura, citando datos de la Federación de Derechos de los Animales, que 1.100 de los 1.394 municipios de Turquía carecen de refugios y en el país no está ta extendida la tenencia de perros como en otros lugares.

En concreto, asegura que solo el 5% de la población tiene un can como mascota frente al 21% de Alemania o el 23% de Reino Unido. El motivo: costes, el tamaño de las viviendas, la escasez de parques y también una cuestión cultural. Party for the Animals reconoce que la proliferación de canes en las calles supone un riesgo de infecciones y para los propios animales, pero cuestiona que se haya apostado de forma eficaz por otras soluciones que evitarían el sacrificio, como la esterilización.

«Según los científicos, se puede controlar la población de perros si en un año se esteriliza el 70 %. Pero en los últimos 5 años solo se ha conseguido una media de 260.000, con un máximo de 350.000 en un año», aclara el propio Yumakli.

«¡Queremos calles sin perro!» No todos ven con malos ojos la decisión del Gobierno de acabar con las colonias urbanas. Qantara refuerda que en X pueden encontrarse vídeos de gente que muestra ataques de perros agresivos o accidentes de tráfico causados supuestamente por canes callejeros. Su lema, precisa, es el de «¡Queremos calles sin perros!». Y esa es en gran medida la idea que trasmite el mensaje compartido el 29 de mayo por el propio Erdoğan, quien reconoció que Turquía tiene «un problema con los perros callejeros que no existe en ningún país desarrollado» y necesita adoptar «medidas más radicales» para afrontarlo.

El presidente ya se había pronunciado en un sentido similar a finales de 2023, después de que un niño de 10 años sufriese un grave ataque de un can de la calle. El Gobierno completa su argumentario con otras dos razones: primero, el riesgo de la transmisión de la rabia; la segunda, que en apenas cinco años las colisiones con animales causaron supuestamente unos 3.500 accidentes de tráfico.

Según los medios estatales, el 83,6% de los encuestados creen que los perros callejeros se han convertido en un problema, si bien otro informe concluye que solo el 2,7% respalda una medida de control como el sacrificio de los animales. Lo cierto es que en lugares como Estambul los canes han acabado convirtiéndose en auténticos iconos, protagonizando documentales y con algunos muy conocidos, como Boji, un perro que en 2021 podía verse con frecuencia en ferries y trenes.

Imágenes | Cthrough (Unsplash) y Yanuka Deneth (Unsplash)

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Los perros callejeros son una estampa arquetípica de Estambul y Turquía. El Gobierno quiere ahora eliminarlos

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Carlos Prego

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