El paso del tiempo es cruel con la tecnología y el diseño. Lo que hoy funciona, mañana puede no hacerlo y, en ocasiones, algo que se lanza como alarde de innovación, al poco tiempo está más que olvidado. Un ejemplo que viene a la cabeza es el Mac Pro 6.1. Apodado ‘papelera‘ por motivos evidentes, fue visto como una revolución en su momento, pero no sólo tuvo una corta vida útil, sino que modelos posteriores apostaron por volver a las cajas grandes. Sin embargo, también hay ejemplos de lo contrario: productos tan bien diseñados que, pese a que tienen algunos errores de concepto, llevan décadas entre nosotros.
Si algo funciona, no lo cambies, y uno de los productos que mejor ejemplifican esto es algo tan simple como un exprimidor de naranjas que puede que no sólo tengas en casa, sino que sigas utilizando a diario: el Citromatic de Braun por el que debemos dar las gracias a Gabriel Lluelles. Y que, además, cautivó a Jony Ive, una de las personas más importantes en la historia del diseño de Apple.
Los mandamientos de Rams. Para entender el Citromatic, debemos hablar de Dieter Rams. En la década de 1950, Rams ya era visto como uno de los diseñadores europeos más relevantes. Fue uno de los abanderados de la segunda época del funcionalismo alemán que, como continuadora de la corriente Bauhaus, buscaba diseñar productos que ‘funcionaban’ y no estaban atados a modas o elementos únicos pensados para vender.
Este diseño industrial originó productos que parecían fuera de su época hace 70 años, pero que hoy siguen pareciendo futuristas y, lo más importante, funcionan en el significado más amplio del término.
Rams tenía su propio decálogo del diseño, un ideario estético, formal y ético que marcó época e inspiró a muchos diseñadores posteriores. Era el siguiente:
Todo buen diseño es innovador.
Provee de utilidad a cada producto.
Es estético.
Hace que un producto sea fácil de comprender y manejar.
Es honesto y no manipula con promesas de falsa utilidad.
Es discreto y sobrio. No debe confundirse con una obra de arte ni con objetos de decoración.
Es anacrónico y no pasará de moda.
No deja nada al azar en el diseño y cuida hasta el último detalle.
Respeta el medio ambiente.
Es diseño en su mínima expresión: menos es más o menos, pero con mejor ejecución.
La Minipimer de Gabriel Lluelles. Dieter trabajó muchos años en Braun y muchos de los productos que sigue vendiendo la marca son idénticos a los que se diseñaron hace 70 años dentro de esta corriente estética. Pero demos un salto de Alemania a Barcelona, y de Dieter Rams a Gabriel Lluelles. LLueles nació en 1923 y fue un diseñador industrial que trabajó entre 1947 y 1962 en Industrias Primer S.A.
A Lluelles, la cocina mundial le debe un favor por la invención de la Minipimer, una pequeña batidora de mano que, con su versión MR1, fue toda una revolución. Un tiempo más tarde, pulió el diseño integrando el botón de acción escondido en el asa con la MR2 y el diseño sigue siendo retrofuturista. Es de los 60, evidentemente, pero si mañana la vemos en una serie de ciencia ficción, sigue encajando a la perfección. Exactamente igual que el Ericofone de Ericsson.
Braun llega a España. La marca Minipimer se sigue vendiendo, pero ahora es Braun quien la comercializa. Eso es debido a que, en 1962, la compañía alemana llegó a España, absorviendo Primer S.A. y, con esa compra, incorporando a Lluelles en sus filas. Tres de los principales diseñadores industriales de Europa de la década de los 60, estaban ahora trabajando juntos.
Eso implicaba que Jürgen Greubel, Dieter Rams y, obviamente, Gabriel Lluelles iban a compartir ideas para crear nuevos productos. En 1965, Braun lanzó el MPZ-1 Citruspress, un exprimidor de zumo con demasiadas piezas móviles que tenía un buen diseño, pero que todavía se podía simplificar algo más.
Citromatic MPZ-2. Ahí es donde entraron en juego el triplete de estrellas de Braun con el recién incorporado Lluelles para crear la segunda generación del exprimidor. Y aquí sí dieron con la tecla gracias a un diseño simple que facilitaba tanto la preparación del zumo como la limpieza. El Citromatic MPZ-2 hecho en España cuenta con un motor y el mecanismo que hace que gire la parte superior. Es extremadamente simple, y también fácil de reparar en caso de rotura.
Pero lo especial es que la mitad superior se separa y divide por piezas de manera sencilla, facilitando la limpieza entre preparaciones porque es tan fácil como quitarlas y ponerlas bajo el grifo. La única pieza móvil susceptible de rotura se puede cambiar fácilmente y, además, tiene una función que revolucionó este modelo: sube y baja para cortar el flujo de zumo y cambiar el vaso.
No sin errores, pero sigue a la venta. El Citromatic MPZ-2 guarda ciertas semejanzas de diseño con la Minipimer MR2 y, personalmente, recuerdos de mi infancia tanto en mi casa con en la de amigos tienen este exprimidor como protagonista en la encimera de la cocina. Y también una yogurtera, que parece que se puso de moda que todo el mundo debía hacer sus propios yogures.
Puede que el exprimidor no fuera perfecto debido a que no podías regular la cantidad de pulpa que caía al vaso debido a que sólo tenía dos filtros: el superior y una serie de rejillas en la zona interior con un tamaño generoso entre ellas, pero por lo demás, es un diseño que sigue siendo de actualidad. Tanto es así que se sigue vendiendo, aunque lamentablemente ya no es el mismo que teníamos de pequeños.
Para empezar, ya no se llama ‘Citromatic’, ya no está hecho en España y, aunque sea de Braun, no es de la misma Braun. Ahora pertenece a una multinacional norteamericana y, en 2006, decidieron cerrar la factoría de Esplugues para llevar la producción a países con mano de obra más barata, como China. 700 puestos de trabajo directos se fueron al traste, pero también otros cuantos cientos indirectos en la región catalana.
Cautivando a Jony Ive. Pero bueno, muestra de que el diseño de Lluelles, Rams y Greubel es imperecedero es el hecho de que, como decimos, el Citromatic se sigue vendiendo (aunque no con los mismos materiales y habría que ver si la fuerza del motor es tan alta). Y una historia curiosa es que Jony Ive, el que fuera Director de Diseño de Apple y que estuvo en la compañía de 1992 a 2019, estaba enamorado del Citromatic MPZ-2:
«Cuando era un niño que crecía en Londres, mis padres compraron un exprimidor maravilloso. Era una Braun MPZ 2 Citromatic. No sabía nada sobre Dieter Rams o sus diez principios del buen diseño. Pero para un niño pequeño que no está interesado en los zumos, recuerdo el Citromatic con una claridad impactante. Era blanco. Se sentía frío y pesado. Las superficies no tenían aristas, eran audaces, puras, perfectamente proporcionadas, coherentes y no requería esfuerzo para utilizarlo. Había una conexión honesta entre sus superficies libres de imperfecciones y los materiales con los que estaban hechas».
«Claramente, estaba hecho con los mejores materiales, no los más baratos. Ninguna parte parecía estar oculta, todos sus detalles eran apropiados y encajaban con las características del producto. De un vistazo, sabía exactamente qué era y exactamente cómo usarlo. Era lo apropiado para hacer un zumo: un objeto estático que describía perfectamente el proceso mediante el cual funcionaba. Si bien mis recuerdos están, por supuesto, en tiempo pasado, el producto sigue siendo todas estas cosas. Ahora soy consciente como este objeto me influenció tan profundamente en mí que casi cuarenta años después recuerdo mi percepción de él con asombrosa claridad».
Imágenes | Braun, Alejandro Alcolea, Kippelboy
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La noticia
El exprimidor de zumo más popular en todo el mundo fue diseñado por un español: el Citromatic MPZ-2 de Braun
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Alejandro Alcolea
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