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Ante un verano cada vez más cálido y extremo en España, muchos turistas ya están mirando hacia otro lado: los países escandinavosCarlos Prego​

Stephen Brown tiene 38 años, es ingeniero de software, reside en Londres y durante sus vacaciones de verano ya no se saca selfies en bañador y camiseta con las soleadas costas del Mediterráneo como telón de fondo. Durante los meses de más calor viaja al norte, a los Highlands de Escocia, donde encuentra temperaturas más benigna que en el sur de Europa. De hecho su plan para este año —comentaba Brown hace poco a The Guardian— pasa por disfrutar del lago Lomond y pasar una semana recorriendo senderos y ríos en Noruega. Nada de olas de calor. Ni sequías. Ni noches achicharrantes con el aire acondicionado al máximo.

El suyo no es un caso único. Al contrario. La historia de Brown es solo un relato más que pone nombre, cara y detalles a una tendencia cada vez más evidente: la de los turistas cansados de las olas de calor que empiezan a mirar hacia el norte.

Replanteándose las vacaciones. No todo son testimonios, ni relatos como los de Brown. El fenómeno de los turistas cansados del calor sofocante que miran con un interés creciente hacia nuevos destinos en latitudes más septentrionales es ya lo suficientemente claro como para captar la atención de los investigadores.

Hace unos días The Guardian divulgaba las conclusiones de una encuesta de la European Travel Commission (ETC) que deja varias cifras reveladoras. La primera es que una amplia mayoría de viajeros europeos, cerca del 76%, están adaptando sus hábitos por la crisis climática. El motivo: las condiciones extremas son ya un factor importante tanto para los turistas como los profesionales del sector.

Bochorno no, gracias. El ETC va más allá. Su encuesta revela que un número sensible de turistas rehúye los destinos en los que se arriesga a sufrir temperaturas sofocantes. Para ser precisos, el 33,7% de los europeos afirma evitar lugares en los que pueden producirse fenómenos meteorológicos extremos y el 17,3% descarta las regiones que resultan demasiado cálidas. Algo más del 16% reconoce además que lo que prefiere durante sus días de descanso es una meteorología estable.

Cuestión de dónde… y cuándo. El clima extremo no solo está llevando a los turistas a replantearse a dónde viajan. También influye en cuándo lo hacen. Al fin y al cabo la meteorología que se puede encontrar un británico amante de la Costa del Sol no es la misma a finales de mayo o septiembre que en plena canícula de agosto.

El estudio de ETC muestra que casi diez de cada diez encuestados, un 8,5%, asegura estar variando los meses en los que viaja. En una línea muy similar, los datos recabados por la asociación de operadores turísticos de Reino Unido (ABTA) sugieren que los meses de «temporada media», como octubre, mayo o junio, son ya los más populares entre los británicos que deciden desplazarse al extranjero.

Con todo, The Guardian aclara que hablamos de una tendencia incipiente, un inicio de cambio. Tras entrevistar a alemanes, británicos, franceses, holandeses, italianos, belgas, suizos, españoles, polacos y austriacos el ETC concluye que en general los meses centrales del verano, julio y agosto, se mantienen como los más populares para viajar de mayo a octubre. Y no solo eso. Italia, España, Francia y Grecia, destinos mediterráneos, siguen siendo los grandes receptores de turistas, algo que corroboran las cifras récord que está obteniendo este año España.

Turistas que no repiten. ETC y ABTA no son los únicos con informes que reflejan hasta qué punto el calor extremo puede animar a los turistas a mirar hacia destinos más septentrionales… y con temperaturas benignas. Hace poco CaixaBank Researchs publicó un estudio en el que aportaba otro enfoque interesante: a pesar de su éxito como destino de sol y playa, si el calor resulta excesivo puede jugar en contra de España. ¿El motivo? Le pone más difícil fidelizar a sus turistas.

Sus datos dejan poco margen para la interpretación: muestran que la propensión de un turista a regresar a España cae del 14% al 12,1% cuando durante su estancia se encuentra con temperaturas claramente superiores a los niveles normales. Y hay casos en los que el descenso es aún mayor: entre los estadounidenses la inclinación a repetir en España pasa del 8,6 al 5%, lo que supone un desplome del 42,5%.

Más allá de las cifras. La tendencia no solo se refleja en cifras como las aportadas por CaixaBank o ETC. Medios como Sky News o The New York Times ya han sacado artículos y se han hecho eco de testimonios que muestran hasta qué punto podría afectar el calor excesivo al atractivo turístico de España.

El último en incidir en esa idea es The Guardian con una amplia crónica en la que va más allá de España. Además del caso de Brown cita por ejemplo el de Mathilde Martin, que ha dejado de visitar el sur de Francia en verano para optar por lugares más frescos, como Inglaterra. Los viajes australes los deja para primavera u otoño.

Otro de sus entrevistados es  Luka Goyarrola, oriundo de Mallorca y que en unas semanas se irá de viaje con su pareja. El destino: Estocolmo. «Hace 10 años quizás no lo hubiera imaginado. El verano aquí era estupendo. Antes era fácil soportar el calor: bastaba con meterse en el mar. Ahora ni pienso en ir a la playa», relata. En su decisión no solo han pesado las olas de calor. Otro motivo es la saturación de la isla: «Cada vez se convierte más en un destino de élite, un parque temático».

Más interés por los climas fríos. El rotativo londinense ha hablado también con una agencia especializada en destinos fríos que asegura que las consultas que reciben desde Reino Unido e Irlanda se han duplicado en solo un año.

Otro turoperador ha registrado un 40% más de reservas para destinos escandinavos que en 2023. La misma compañía ha decidido además dejar de ofertar viajes de senderismo durante julio y agosto en países del Mediterráneo, como Turquía, Portugal… o España. Otros medios, como Daily Mirror, se han hecho eco de las críticas de turistas británicos molestos por la sequía.

¿Debe preocuparse España? Desde luego hay indicadores que muestran que puede ser uno de los destinos que se vean afectados por la tendencia. Más allá del informe de CaixaBank, habría dos datos clave. El primero es que en un escenario postpandemia el sector turístico español está logrando una proyección nortable, con niveles récords de visitantes y previsiones que sitúan al país como la nación con más turistas en 2040, por delante incluso de Francia o Estados Unidos.

El segundo es que España no se está librando de las olas de calor. Los datos hablan de nuevo con claridad: el de 2023 fue el tercer verano más caluroso desde que hay registros, solo superado por el de 2003 y 2022. Durante la estación se registraron cuatro olas de calor en la península y Baleares y la propia AEMET reconocía que el verano había resultado «extremadamente cálido» en buena parte del país.

Imágenes | Lark Ascending (Flickr) y Jorge Franganillo (Flickr)

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Ante un verano cada vez más cálido y extremo en España, muchos turistas ya están mirando hacia otro lado: los países escandinavos

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