No dura ni medio minuto, pero el vídeo en el que el tiktoker argentino Hassan Azteca explica por qué cree que, a sus 21 años, está libre de cualquier obligación laboral ha circulado por medio planeta alimentando la polémica. Y es normal. Con un tono visiblemente indignado y razonamientos simples, Azteca se dedica a agitar básicamente el argumentario del antinatalismo a su favor. Su postura es bastante sencilla. Tanto, que a él le lleva solo unos segundos exponerla: como ocurre con los restantes 8.000 millones de personas que poblamos este mundo, Azteca reivindica que sus padres lo engendraron sin consultarle ni su visto bueno.
Así que… «Si yo no pedí nacer, ¿por qué tengo que trabajar ahora?»
«No estoy obligado a trabajar». Esa es la premisa que recalca en varias ocasiones el tiktoker Hassan Azteca. Y la acompaña de un razonamiento tan sencillo que cabe en un vídeo de apenas veinte segundos: Azteca no pidió nacer, por lo que —sostiene él— las obligaciones laborales que acompañan al común de los mortales son fruto de una decisión adoptada por sus padres, sin contar con él.
«Mis papás me obligaron a nacer». «Considero que a pesar de tener 21 años no estoy obligado a trabajar porque básicamente yo nací sin mi consentimiento», expone Azteca en su vídeo, que acumula ya cinco millones de visualizaciones solo en su canal de TikTok, sin contar el resto de redes por las que ha circulado la pieza. «Me obligaron a nacer, no me preguntaron, no me pidieron consentimiento».
«No tiene sentido que porque mis papás hayan querido darme la vida hace 21 años, ahora yo tenga que trabajar. Si yo no pedí nacer, ¿por qué tengo que trabajar? Que me mantengan ellos y listo porque si me quisieron tener, que me mantengan».
Polémica parece… y polémica es, como ha reconocido el propio Azteca, que explica que con su vídeo no buscaba ni más ni menos que eso: «Generar polémica, que es de lo que trata mi cuenta». «Desde el principio siempre he buscado generar eso en los comentarios, que se peleen, discutan… porque al final es lo que hace que un vídeo se haga viral», explicaba hace días durante una entrevista para Cuatro.
Es más, el propio tiktoker ha acompañado su vídeo de dos hashtag bastante reveladores: #humor y #comedia. Sin embargo, más que limitarse a subir una pieza cómica sin más, su vídeo busca azuzar el debate y generar reacciones. «Para mí, lo que dije lo piensan muchas personas. Tiene que haber quien lo diga».
Durante la entrevista con Cuatro, Azteca reconoció su asombro ante la enorme trascendencia que ha alcanzado la pieza, reconoció estar recibiendo respuestas de Rusia o Japón —en su mayoría críticos— y dejó más comentarios para encender la polémica en torno a su personaje y contenido: «La gente que me critica es la gente frustrada que se tiene que levantar a las seis de la mañana para trabajar mientras yo estoy acostado trabajando con las redes. Yo me levanto a las cuatro de la tarde, o cinco, depende de mi cansancio, hago algún vídeo, lo subo y me voy a dormir».
Más allá de Azteca. Si el vídeo de Azteca ha alcanzado semejante notoriedad y acumula millones y millones de visualizaciones se debe en gran medida a que lo que Azteca expone no es solo su opinión, sea esta honesta o impostada, sincera o una forma de generar polémica y viralizar su contenido. Su argumentario entronca con una postura filosófica y política mucho mayor y con una larguísima tradición: el antinatalismo, que cuenta a su vez con grandes referentes, como el sudafricano David Benatar, autor de ‘Mejor no haber existido: El daño de venir al mundo’.
La premisa básica de los antinatalistas es que traer hijos al mundo resulta «moralmente incorrecto». Los motivos para apoyar esa idea son múltiples y se complementan entre sí: una visión de la vida como sufrimiento y retórica nihilista, preocupaciones por la sobrepoblación o el impacto de la humanidad en el medio ambiente… o un concepto que Azteca subraya en varias ocasiones y que quizás resulta el más polémico de todos: el (no) consentimiento del recién nacido.
«Todo gira en torno al consentimiento». «Si todas las personas dieran su consentimiento para jugar al juego de la vida, no tendría ninguna objeción. Todo gira en torno al consentimiento o la falta del mismo», explicaba hace unos años a la cadena BBC Kirk, una mujer de Texas que se define como antinatalista convencida: «No tiene sentido para mí poner de forma voluntaria a alguien en este mundo para sufrir y morir». No es la única que piensa así. Ni mucho menos. En 2018 El Mundo hablaba con una mujer de Lérida de 25 años que reivindicaba, convencida: «Tener un hijo es un acto egoísta que responde solo a los intereses de los progenitores».
Más casos mediáticos. Azteca tampoco es el primer creador de contenidos que ha ganado fama y se ha viralizado echando mano del ideario antinatalista. Ocurrió ya en 2019, cuando Raphale Samuel, un indio de 27 años, anunció en YouTube su decisión de denunciar a sus padres por haberlo engendrado sin (obviamente) su permiso. Su caso no es muy distinto al de Azteca. Cuidó la puesta en escena, con una barba postiza y grandes gafas de sol, y lanzó la iniciativa aún a sabiendas de sus escasas posibilidades de prosperar. Lo hizo para agitar el debate.
«Quiero que la gente se dé cuenta de que ha nacido sin consentimiento. No deben nada a sus familias. Y si hemos nacido sin nuestro consentimiento, deberíamos ser pagados para vivir el resto de nuestra existencia», razonaba Samuel, empleando un discurso muy similar al que usa ahora Azteca para «generar polémica». «Amo a mis padres y tenemos una gran relación, pero me tuvieron por su propia diversión y su placer. Mi vida ha sido estupenda, pero no veo por qué tengo que poner otra en la ruleta, especialmente si [esa nueva vida] no me pide existir», insistía Samuel.
Ni nuevo, ni extraño. El antinatalismo tiene una larga, larguísima tradición. Hay quien identifica parte de su razonamiento ya en la antigua Grecia y señalan como en el siglo XIX Arthur Schopenhauer expresaba alguno de sus postulados en sus obras. Y si bien no es una corriente filosófica mayoritaria, es cierto que suma un buen número de partidarios en diferentes países y ha logrado una visibilidad notable. Hace cinco años la BBC explicaba que en las redes existían decenas de grupos con miles de miembros y solo en Reddit había un canal con 35.000.
Sus defensores han abanderado además campañas con cierta resonancia, como ‘Stop Making Babies’, que al menos hace unos años intentaba expandir las ideas antinatalistas por la India, ahora la nación más poblada del planeta.
Imágenes | TikTok y Kelly Sikkema (Unsplash)
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La noticia
«Nací sin mi consentimiento, no estoy obligado a trabajar»: en plena crisis de natalidad, TikTok resucita el antinatalismo
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Xataka
por
Carlos Prego
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