Sturt Manning, profesor de la Universidad de Cornell, lo tiene claro: para él los naufragios son «cápsulas del tiempo» que nos abren una ventana a la historia desde el fondo de los océanos. En ocasiones sin embargo la visión que nos dejan está algo borrosa. No siempre es fácil aclarar el origen de un pecio. Ni datarlo. Buen ejemplo es el Kyrenia, un buque mercante de la época helenística de 14 m de eslora que se recuperó en la costa norte de Chipre en la década de 1960. Pese a que se descubrió hace casi seis décadas y los arqueólogos se ha dedicado a estudiarlo en detalle, aún no habían podido responder una cuestión clave: ¿Cuándo se hundió el navío?
Ahora Manning y sus compañeros han logrado despejar ese misterio.
Y en gran medida ha sido posible gracias a unos frutos secos.
Un barco llamado Kyrenia. Aunque ahora entendemos mejor su historia, el Kyrenia es un barco bien conocido por los arqueólogos. Se descubrió en noviembre de 1965 en la costa norte de Chipre, cerca de la ciudad portuaria de la que toma el nombre, y entre 1867 y 1969 los arqueólogos se dedicaron a excavar los restos del pecio. A medida que avanzaban sobre el terreno se encontraron con antiguo buque mercante griego de 14 m de eslora cargado con cientos de vasijas de cerámica.
El hallazgo del Kyrenia fue crucial no tanto por el pecio en sí o su cargamento, como por lo que supuso para la arqueología: como recuerdan desde la Universidad de Cornell, fue el primer gran barco griego del período helenístico que se encontró con un casco «prácticamente intacto». Su buen estado permitió de hecho excavar el pecio y reensamblar más tarde las piezas en el exterior para su análisis.
«Fue un momento histórico». La frase es de Manning, convenido de que el descubrimiento del Kyrenia marcó un hito para la arqueología y la comprensión de los pecios. «Kyrenia fue una de las primeras veces que se comprendió que este tipo de pruebas del mundo clásico pueden encontrarse prácticamente intactas más de 2000 años después en el lecho marino», reconoce el experto: «Los naufragios son cápsulas del tiempo únicas y su conservación puede ser asombrosa».
De los maderos que componían el Kyrenia los expertos han extraído valiosas conclusiones sobre la tecnología naval de la época, cómo se construían los navíos o el comercio marítimo. Tan crucial ha sido el pecio para los científicos que desde la década de 1960 se han fabricado y botado al menos tres réplicas. Al estudiarlas, los expertos han comprendido mejor el rendimiento de los barcos griegos.
Asombroso… y misterioso. Que se conserven más o menos bien teniendo en cuenta que han pasado miles de año sumergidos en el mar no significa que pecios como el del Kyrenia se lo pongan fácil a los arqueólogos. En su caso quedó botando una incógnita. Una crucial además para comprender la historia del navío. Se sabía que el mercante era del período helenístico (IV a.C.-I a.C.), pero… ¿Era posible datarlo con mayor precisión? ¿Podían los científicos ir un paso más allá?
«La cronología del origen del Kyrenia y la fecha exacta de su hundimiento siempre han sido vagas, en el mejor de los casos», reconoce la Universidad de Cornell. Para despejar dudas en un primer momento los investigadores estudiaron los artefactos recuperados del naufragio, como la cerámica localizada a bordo o un pequeño lote de monedas. Su conclusión fue que el mercante se hundió a finales del IV a.C.
El PEG, el gran enemigo. Confirmar esa primera estimación o ir más allá con un grado de certeza razonable no resultaba sencillo. Y en gran medida era así por el polietilenglicol (PEG), un compuesto a base de petróleo que los conservadores del siglo XX solían aplicar a la madera para evitar que se descompusiera. El problema es que el PEG tal vez conserve los tablones fuera del agua, pero también los contamina e imposibilita la datación por radiocarbono, señala Manning.
Para superar ese obstáculo él y su equipo, mano a mano con investigadores de la Universidad de Gronongen, desarrollaron un método para retirar el 99,9% del PEG de la madera. Sus esfuerzos tuvieron resultados. Gracias a su método y el estudio de un diminuto trozo de madera rescatada en el Kyrenia y que no se había incluido en su reconstrucción, Manning y sus colegas estimaron que los árboles originales pudieron talarse después del período comprendido entre el 355 y 291 a.C.
Desvelando el misterio. Ahora los investigadores han podido ir varios pasos más allá y aportar «la cronología más probable» del hundimiento del Kyrenia. Con el apoyo del Laboratorio de Anillos de Árboles de Cornell, calculan que el mercante pudo irse a pique entre los años 296 y 271 a.C. Es más, creen que hay muchas posibilidades de que ese episodio fatal ocurriera del 286 al 272 a.C.
«El modelo identificó que el rango de fechas más probable para la singladura final se encontraba entre 305 y el 271 a. C. (95,4 %) y, muy probablemente, entre el 286 y el 272 a. C. (68,3 %), varios años más reciente que las estimaciones actuales».
Pero… ¿Cómo lo han logrado? He ahí la clave. Los científicos han aprovechado las tablas del pecio, pero también un aliado inesperado: las miles de almendras conservadas en frascos y que se encontraron en su día entre los restos del naufragio. «Combinadas con muestras de madera limpias y la experiencia del equipo en modelado y datación, llevaron al Laboratorio de Anillos de Árboles de Cornell a identificar la cronología probable del hundimiento», recuerda.
El equipo examinó la cerámica y las monedas, pero se ha «centrado» en los materiales orgánicos, incluidas las miles de almendras verdes localizadas en grandes ánforas y los restos de un astrágalo, un hueso extraído de la pata de una oveja o cabra y que en usaba para juegos o practicar rituales de adivinación. «Estos materiales de muestras ‘efímeras’ ayudaron a definir la fecha del último viaje».
Despejando el camino. El trabajo es interesante no solo por despejar un misterio que llevaba décadas desafiando a los arqueólogos. El equipo presume de haber despejado el camino para otras dataciones futuras. ¿El motivo? Durante sus pesquisas, los investigadores se dieron cuenta de que las fechas que obtenían no coincidían con la curva de calibración de radiocarbono internacional, que se usa para convertir las mediciones en fechas concretas del hemisferio norte.
Tras analizar en detalle la causa esa disparidad Manning descubrió una falta de datos en el período comprendido entre 350 y 250 a.C. que le permitió junto a su equipo «recalibrar» la curva para casi todo ese lapso. «Los nuevos hallazgos no solo aclararán la cronología del Kyrenia y su carga, sino que también ayudarán a los investigadores para proyectos muy diferentes», argumentan.
Su trabajo se ha publicado en la revista académica PLoS One.
Imágenes | Cornell University y Wikipedia
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La noticia
Los arqueólogos llevaban 60 años intrigados por la edad de un viejo barco griego. Han resuelto el misterio con frutos secos
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Carlos Prego
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