Ni el aire acondicionado, ni el frigorífico, ni el todopoderoso botijo: si hay una obra tecnológica humana que se erige desde hace siglos frente al calor… ese es el gazpacho. Por eso, con el llegar del verano, España se vuelve loca con él. Solo en los meses cálidos de 2021 se consumieron más de 100 millones de litros de gazpacho envasado. ¿Estamos consumiendo este manjar de Dioses por encima de nuestras posibilidades?
La pregunta es pertinente ahora que regresa el calor.
Empecemos por el principio… ¿Qué es el gazpacho? Para no generar confusión (ni conflictos diplomáticos entre regiones del país), diré que, cuando hablamos de gazpacho en este artículo, me refiero a la receta andaluza tradicional. Es decir, a la sopa fría que lleva tomate, pepino, pimiento, ajo, aceite de oliva, vinagre y sal. Hay otras recetas y tiene sus propias polémicas (¿lleva o no lleva cebolla?), pero esencialmente es una selección de esos vegetales y agua (aceite, vinagre y sal).
Una ensalada líquida. De ahí que, sobre el papel, sea un producto muy saludable. Una herramienta especialmente útil para hidratarse en verano (por su gran contenido en sales minerales y agua hay quien lo llama la «isotónica natural»), consumir más fibra e incorporar a la dieta vitaminas A, B-6, C, E, K, ácido fólico, magnesio o potasio. Evidentemente, depende de cosas como la cantidad de aceite (o pan) que añadamos a la receta, pero en términos generales parece una preparación con muchas cosas positivas.
¿Se puede consumir diariamente? Según Irene Rodríguez, médico especialista en medicina familiar y comunitaria en el Servicio Andaluz de Salud, es una pregunta recurrente en las consultas en verano. Y la respuesta es «sí»: «En el contexto de una dienta variada y equilibrada, podría consumirse gazpacho todos los días».
Por eso mismo, la respuesta a la segunda pregunta también es «sí». Sin esa dieta variada y equilibrada que aporta el resto de nutrientes necesarios, el consumo de gazpacho no es suficiente para alcanzar todas las recomendaciones nutricionales. «No sé si el término es demasiado, pero está claro que un consumo excesivo puede acabar por descompensar la dieta».
No es un alimento milagroso. Si hacemos una búsqueda rápida por internet, veremos decenas de artículos atribuyéndole al gazpacho todo tipo de propiedades: efectos cardioprotectores, potenciadores de la vista, contra el declive cognitivo… En general, se trata de coger un carro de papers científicos sobre los efectos de determinados componentes y micronutrientes para atribuírselos directamente al gazpacho. No se sostiene.
Claro que el gazpacho es un producto muy sano para los estándares actuales de consumo alimentario, pero poco más. La dieta humana es algo mucho más complejo que añadir un componente más a nuestro día a día (o hacer cábalas con datos extraídos de un laboratorio). No está de más recordarlo.
Más allá del gazpacho. Hay muchas otras sopas frías, claro. El ajoblanco (almendra, ajo, agua, pan, aceite, vinagre y sal), el gazpachuelo, la mazamorra, la vichyssoise, el borsch polaco o la familia de sopas a base de pepino y yogurt del mediterráneo oriental… pero lo cierto es que, con la salvedad de (quizás) estas últimas, lo bueno del gazpacho le afecta solo a él.
No todo vale. Ni siquiera los primos del gazpacho pueden decirse tan saludables como él. Tanto el salmorejo (tomate, pan, ajo, aceite y sal) como la porra antequerana (tomate, pan, pimiento rojo y verde, ajo, aceite, vinagre y sal) tienen un peso mucho más considerable del pan y el aceite en sus recetas lo que, según Rodríguez, obliga a que (en un contexto similar) «su consumo sea más puntual».
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*Una versión anterior de este artículo se publicó en junio de 2023
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La noticia
Le hemos preguntado a la ciencia si es saludable comer gazpacho todos los días del verano. Esto hemos averiguado
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Javier Jiménez
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