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Las tradwife llevan años siendo tendencia en EEUU. Ahora España tiene a su particular ejemplo: RoroCarlos Prego​

El de Rocío López Bueno, «Roro», ha sido un salto al estrellato de Tiktok tan vertiginoso como polémico. Y es normal. Al fin y al cabo lo uno no se explica sin lo otro. Hasta hace no mucho «Roro» era una veinteañera que subía vídeos de éxito discreto en los que mostraba cómo entrenaba y qué comía. En mayo colgó sin embargo una pieza distinta, un vídeo de 81 segundos en el que enseña cómo prepara a su novio Pablo un pappardelle con ragoût de pato a la naranja.

Ahora es una influencer al alza… y rodeada de polémica.

¿Amante de la cocina a o tradwife? Con más de 47 millones de visualizaciones (y subiendo), al vídeo sobre el pappardelle le han seguido otros muchos en los que vemos a «Roro» tejer vestidos, encuadernar, preparar su propio maquillaje y cocinar. Sobre todo cocinar. Siempre para, por o con su novio Pablo de por medio. Su contenido, estética y proverbial capacidad de gestión del tiempo, han dado a «Roro» una fama rabiosa, pero también la han puesto en el candelero. ¿El motivo? Hay quien cree que es el ejemplo más claro en España de las tradwives, una tendencia polémica bien conocida en Estados Unidos.

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¿Qué son las tradwives? El nombre, suma de trad (tradicional) y wives (esposas) no deja mucho a la imaginación. Una tradwife es básicamente una mujer que comparte valores y roles de género similares a los que se vivían a mediados del siglo XX. Tradición. Familia. Sumisión. Elegancia. Una buena e indisimulada pizca de clasismo. Cuidado del hogar, la pareja y también de la propia apariencia. Nada de trabajo de oficina, ni manifas por la igualdad. Lo que las trad wifes muestran es cómo hornear pan de plátano, preparar Benetint casero o cuidar de los hijos.

Todo esto utilizando las redes como altavoz e insistiendo en lo maravilloso que resulta un estilo de vida así. Entre las tradwives hay matices y probablemente no hay una forma consensuada y única de definirlas, pero hace poco Cécile Simmons, investigadora del Instituto para el Diálogo Estratégico, lo sintetizaba de una forma bastante sencilla para la cadena Euronews Culture. El trad wife es, en su opinión, «un movimiento internacional de mujeres que abogan por el retorno a las normas tradiciones de género mediante la sumisión a sus maridos y las tareas domésticas».

Pero… ¿De dónde vienen? Suele afirmarse que su Biblia es un libro escrito en la década de 1960 por Helen Berry andelin, ‘Fascinating Womanhood’, en el que se ensalza las virtudes de “la feminidad ideal” como base de un buen matrimonio.

Quizás suene lejano, pero la filosofía vital tradwife está disfrutando de unos años dorados gracias en buena medida al escaparate que le ofrecen las redes, en las que surgieron iconos populares como Estee Williams, Nara Aziza, Hannah Neeleman (Ballerina Farm) y muy especialmente Alena K. Pettitt, la influencer detrás de The Darling Academy, el «hogar de los valores familiares tradicionales» en el que se «celebra el papel del ama de casa, la dinámica familiar tradicional, las buenas tareas domésticas y la belleza que hace que ‘estar en casa’ merezca la pena».

De EEUU al mundo. El fenómeno ganó fuerza en EEUU, saltó el charco para enraizar en la sociedad británica gracias a figuras como la propia Alena Kate Pettitt y ha ido expandiéndose a buen ritmo. Allí, en Reino Unido, la columnista Hadley Freeman describía en The Guardian a la tradwife arquetípica de una forma simple pero gráfica: «una mujer que no trabaja para cuidar de sus hijos, su marido, su casa y luego habla sin parar lo delo genial que es todo esto en las redes sociales».

La realidad es sin embargo algo más poliédrica. Tras ganar eco en redes hace unos seis años, sobre todo en Reddit, el fenómeno pareció crecer durante la pandemia y de la mano de figuras tan mediáticas como Williams o Aziza. Su auge coincide con el de movimientos en favor de la igualdad de género, como el «Me too», de 2017.

Con la ayuda del COVID-19. «Las búsquedas se dispararon durante la pandemia. Al igual que otras formas de ‘radicalización’, florecieron gracias a la sensación de aislamiento de la gente», comenta Simmons a Euro News, que aclara que dentro del movimiento tradwife puede identificarse un espectro ideológico más o menos claro: conservadurismo y antifeminismo, aunque esta etiqueta no está libre de debate. «El movimiento puede servir de puerta de entrada a la ideología nacionalista blanca y supremacista», apostilla Simmons.

Y de repente… ¡Roro! Con ese telón de fondo, España ha visto cómo Rocío López Bueno, «Roro», ganaba una popularidad fulgurante en TikTok precisamente con vídeos en los que muestra cómo prepara elaboradísimos platos en una cocina impoluta, elabora sus propios vestidos o maquillaje y encuaderna libros.

Lo que le ha dado una popularidad sorprendente, con directos incluido en prime time televisivo, no es sin embargo lo qué hace, por más sorprendente que resulte su capacidad para preparar pappardelle con ragoût o coser a mano su edición de El Príncipe de Nicolás Maquiavelo. Lo que ha llamado la atención es el contexto: cómo lo hace, su discurso, puesta en escena… y sobre todo para quién lo hace.

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«Mi novio Pablo…» Si la joven prepara un pastel de queso es para celebrar el cumpleaños de su novio Pablo, si cocina unos pappardelle con ragoût de pato a la naranja es porque a Pablo le apetece cenar pasta,  si se mete a cocinar un gyros de pollo es porque él nunca ha probado la comida griega, si elabora su propio vestido o maquillaje es para quedar con Pablo y cuando se lanzó a preparar una edición personalizada y artesanal de El Príncipe de Maquiavelo fue —¡exacto!— porque a Pablo le apetecía leerlo y ella decidió regalarle una versión autoencuadernada.

¿Eso es todo? No. Si hay quien no ha tardado en relacionar a Roro con el trasfondo tradwife es también por la puesta en escena. A diferencia de sus vídeos de principios de año en TikTok, en los que se la ve haciendo dominadas, corriendo por el parque, levantando pesas o mostrando lo que come, en sus últimas piezas Roro adopta una serie de pautas: casi todas las piezas se realizan en la cocina o el resto del hogar, siempre aparece maquillada, bien vestida, con la melena alisada y sin un pelo fuera de sitio. Cuando habla lo hace con un tono dulce, suave, casi aniñado, en el que hay quien ha identificado un guiño al fundie baby voice.

El resultado son unos contenidos y puesta en escena en la que, sea o no intencionado, no es descabellado encontrar paralelismos más o menos evidentes con otras influencers del movimiento tradwives, como Estee Williams o Aziza. La estética no es una cuestión menor, ni gratuita. Aurora Gómez, psicóloga experta en comportamientos digitales, recuerda en Infobae que la elección de la forma es tan relevante como el fondo: la estética es «la vía de entrada del movimiento».

«No estoy ahí para Pablo». Roro, de 22 años y que acaba de terminar Traducción, no es ajena a esos comentarios. En junio concedió una entrevista al HuffPost en la que iba más allá de sus vídeos y compartía sus motivaciones. «Yo obviamente no estoy ahí para servir a Pablo. Si estoy haciendo esto es porque me encanta cocinar y bromeo con que Pablo me pide cosas para tener la excusa de cocinarlas y que luego las disfrutemos los dos», comentaba: «Yo digo ‘a Pablo te apetecía’, pero la realidad es que a mí me gusta más dar que a él pedir».

Del gimnasio a la cocina (y los likes). «Me hace gracia lo de ama de casa porque no vivimos juntos, yo no tengo hijos y limpiar, no limpio. Limpia Pablo porque es lo que se le da bien a él y a mí se me da bien la cocina», añade «Roro». Sobre los contenidos que comparte en TikTok, reconoce que hasta hace no tanto subía básicamente vídeos en los que hacía dominadas y pesas en el gimnasio.

«Me encanta ir todos los días y quería que las marcas me regalasen ropa, pero no funcionaba mucho. Y un día Pablo me dijo: ‘¿Por qué no subes vídeos de cocina? Así con las cosas que haces que tardas tanto'». Aquello funcionó. Vaya si funcionó. «Y de repente me levanto al día siguiente y veo que el primer vídeo llega a 35 millones de visualizaciones, cuando mi media era de 2.000. Una locura».

El gran debate de fondo. Roro no es el primer influencer que logra una visibilidad notable en un tiempo récord. Si su caso ha generado polémica y amplios análisis como este publicado por María Serrano en Artículo14 o este otro de Elena L. Villalvilla en Infoabe es por su aparente sintonía más o menos deliberada con el movimiento trad wife y las cuestiones que este deja botando sobre la mesa.

¿Colisiona el discurso de trad wife con el del feminismo? ¿No es libre cada mujer de escoger cómo quiere enfocar su vida y compartirlo en redes? ¿Promocionar este tipo de contenidos acaba promocionando a su vez un discurso reaccionario y roles machistas? ¿Edulcoran influencers como Estee Williams o Alena Kate Pettitt roles de género desiguales que resultan opresivos para las mujeres? ¿Hasta qué punto no tienen ellas derecho a visibilizar la filosofía de vida que han escogido?

«Modernas y empoderadas». El caso paradigmático es quizás el de Alena K. Pettitt, quien explica en The Darling Academy que hace años sufrió una «crisis de confianza» que le llevó reflexionar: «Me hizo cuestionarme por qué el mundo, pese a todas sus oportunidades, me hacía sentir tan insatisfecha con mi existencia y mis supuestas decisiones ‘modernas y empoderadas’ habían destruido mi autoestima».

En su libro Ladies Like Us, Pettitt relata cómo «aprendió a amar» su «identidad femenina» y en sus obras ensalza los valores de lo que defiende como «la vida tradicional». No es la única. En el movimiento tradwives se repiten casos de mujeres que reivindican el «sueño» del hogar y el «ocio femenino».

La gran pregunta: ¿A quién se dirigen? Sobre el debate de fondo se han pronunciado también Monica Hesse en The Washington Post o la novelista Jessica Grose en The New York Times, en cuyas páginas sostiene que al menos parte del contenido trad wife lo que busca es la «provocación» deliberada, una «disonancia» que en último término se traduce para sus creadoras en repercusión… y dinero.

Otro de los grandes melones que abre Monica Hesse es a quién se dirigen grabaciones como los de Pettitt o Aziza: «A menudo pienso: ¿para quién es este contenido realmente? Seguro que una parte de sus seguidores son mujeres con ideas afines, pero un nuevo estudio de Media Matters me hizo preguntarme si el público principal de tradwife son en realidad hombres de derechas». El mismo estudio, asegura, muestra que después de consumir contenido de tradwives el algoritmo de TikTok recomienda vídeos relacionados con la extrema derecha.

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Las tradwife llevan años siendo tendencia en EEUU. Ahora España tiene a su particular ejemplo: Roro

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