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Hemos encontrado nuevos vestigios de la era romana. No estamos muy seguros de qué hacían en una cueva de los PirineosPablo Martínez-Juarez​

Como muy frecuentemente nos recuerdan los expertos en la materia, la arqueología no es solo desenterrar restos de batallas y grandes ciudades. A veces podemos conocer nuevos detalles de la historia de grandes imperios como el romano en cuevas situadas en lugares remotos, como las alturas de los Pirineos.

Desde el Calcolítico a la era romana. Los trabajos arqueológicos realizados en la Cova de l’Home Mort, situada a 1.180 metros de altitud en Soriguera (Lleida) nos han permitido saber que sus galerías llegaron a estar habitadas durante el convulso siglo V de nuestra era, época en la que el Imperio romano de occidente comenzaba a desintegrarse.

La cueva podría haber estado habitada en varias épocas a lo largo de varios milenios según estos trabajos. En ella se han encontrado tanto fragmentos cerámicos de finales del Neolítico (la última etapa de la Edad de Piedra) y del Calcolítico (la Edad de Cobre), así como una punta de flecha de bronce datada hace unos 3.500 años.

La exploración del yacimiento pirenaico fue realzada en junio, y corrió a cargo del Grupo de Arqueología de Alta Montaña (GAAM), compuesto por investigadores de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Cerámica romana. Los restos hallados incluyen cerámicas romanas cuyo origen podría estar en el norte de África. Esto indica que la presencia humana en este entorno pudo haberse prolongado haste el siglo V, durante la caída del imperio.

El descubrimiento “consolida los datos de los últimos años, que indican que los valles del Pallars Sobirà no quedaron al margen de las dinámicas históricas en época romana, como tradicionalmente se había apuntado en varias ocasiones”, explicaba en una nota de prensa el director del GAAM Ermengol Gassiot.

Flecha de bronce. Los restos pertenecientes a esta era descubiertos en la cueva tendrían una antigüedad de entre 3.500 y 3.600 años. Estos no solo incluyen objetos como cerámicas y una punta de flecha de bronce, de gran relevancia para el equipo; también se encontraron restos humanos.

Eran especialmente numerosos los huesos pertenecientes a niños, aunque también se encontraron varios pertenecientes a personas de edad avanzada. La cantidad de fragmentos hallados entre 2008 y este año hace pensar que esta cueva pudo haber servido como lugar de enterramiento durante más de un siglo.

3.500 años de vida en la cueva. Según explica el equipo de la UAB, el reciente estudio del yacimiento ha permitido “ampliar el abanico temporal” de la ocupación de la cueva, gracias al hallazgo de piezas que podrían llevar hasta el Neolítico la ocupación del entorno, hace entre 4.500 y 5.000 años. En este caso se trataría de restos de cerámica campaniforme, que aún debe ser analizada en mayor profundidad.

En conjunto, los restos hallados hasta ahora nos indican una presencia humana que se expandió a lo largo de al menos 3.000 años. Esto implica que muy diversas sociedades y culturas habrían pasado por este remoto lugar del Pirineo leridano.

Especialmente curioso es el caso de quienes pasaron por esta cueva durante el siglo V, cuando los asentamientos urbanos ya se habían asentado en la Península. Quizás las cerámicas nos puedan estar contando la historia de quienes buscaron refugio temporal en esta cueva, probablemente sin ser conscientes de los usos que se habían dado de ella milenios atrás.

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Imagen | Pallars Digital / GAAM-UAB


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