Puede que lo que voy a decir te desbloquee un recuerdo, pero si veías series de animación en la década de 1980 y 1990, seguro que te acuerdas de El Fantasma. Ese personaje en pijama morado y antifaz apareció tanto en la serie ‘Defensores de la Tierra’ como protagonizando su propia serie: ‘Phantom 2040’. Tuvo su importancia a finales del siglo XX, con películas de acción real y hasta videojuegos, pero nunca llegó a la popularidad de otros superhéroes.
Sin embargo, para Papúa Nueva Guinea, El Fantasma se convirtió en una parte importantísima tanto de su cultura como de la sociedad. Tanto que se convirtió en parte de su arte tribal y hasta se ha usado su imagen para campañas sociales de todo tipo.
El Fantasma. Aunque las películas y series animadas son de finales del siglo pasado, El Fantasma nació mucho antes. Concretamente en 1936. Fue una creación del dibujante estadounidense Lee Falk. La inspiración para crear al personaje vino gracias a leyendas e historias como las del Rey Arturo, Robin Hood, Tarzán o El Cid. Como todo buen superhéroe, El Fantasma tiene el trabajo de combatir el crimen, pero su propio nacimiento tiene bastante de mitológico. No vino de otro planeta, no tenía el superpoder de ser rico ni fue picado por una araña: se trataba de una persona normal.
Christopher viajaba a las indias desde Londres en 1525 cuando el barco fue atacado por piratas. Sólo sobrevivió él, quedando varado en una isla y, sujetando una calavera, juró que libraría a la sociedad de la piratería y la crueldad. Pero ojo: involucró en la tarea a toda su estirpe, por lo que todos los de su linaje en las generaciones venideras también tendrían esa tarea. Por eso, a lo largo de las generaciones, El Fantasma seguía vivo, lo que le dio el sobrenombre de ‘El hombre que no puede morir’. Una condición de inmortalidad típica de los dioses, vaya.
Frente del Pacífico. Aunque el personaje no ha sido tratado de manera tan dulce como los de DC o Marvel, se estima que ha sido traducido a 25 idiomas y que más de 100 millones de personas en 40 países siguen leyendo las aventuras del personaje. Donde sí era popular era a mediados del siglo pasado. Durante la Segunda Guerra Mundial, Nueva Guinea fue uno de los frentes del Pacífico en el que se enfrentaron Aliados (norteamericanos y australianos, sobre todo) y japoneses.
Como forma de entretenimiento, los soldados norteamericanos recibían paquetes con cómics y, entre las historietas, estaban las de El Fantasma. Los norteamericanos apostados en las tierras altas compartían los cómics con los habitantes de las tribus y, los miembros que sabían leer en inglés, contaban las historias al resto. La iconografía debió capturar la atención de las tribus, así como la localización de la tierra natal del personaje: el país ficticio de Bangalla. Aunque tiene influencias africanas, también algunas asiáticas y lo más importante: se alejaba de las urbes de otros cómics y se asemejaba a paisajes como el de las tierras altas de Nueva Guinea.
Conflictos tribales en los 70. En Papúa y Nueva Guinea había cientos de tribus. Muchas aún existen, pero los europeos no llegaron a sus tierras hasta la década de 1930. Se encontraron tribus como la de los Wahgi: portadores de grandes escudos hechos a base de troncos de árboles y adornados con plumas. Eran usados en combate y, como pesaban tanto, algunos hombres decían que necesitaban la fuerza de los antepasados para levantarlos. ¿Recuerdas que el actual Fantasma es el heredero de los anteriores y un excelente guerrero? Seguro que eso también gustó a los Wahgi, ya que así se veían a sí mismos.
De la manera que sea, hubo un relativo periodo de paz entre las tribus hasta que, en los 70, volvieron los conflictos tribales. Los Wahgi tenían que volver a llevar al frente los escudos, por lo que fueron decorados utilizando arte tribal. Y ahí fue cuando el artista Wahgi Kaipel Ka entró en escena decorando esos escudos con imágenes de El Fantasma. Lamentablemente, llegaron las armas de fuego y esos escudos de madera quedaron anticuados. Se construyeron nuevos a partir de chapa de coches y acero, que también se decoraron con motivos del superhéroe de Lee Falk, pero al final se dejaron de lado.
Pop tribal. Cuando elementos de la cultura popular se infiltran incluso en las sociedades más aisladas y éstas empiezan a añadirlo a su folklore, se utiliza el térmico «cultura pop tribal». Kaipel Ka no sólo diseñó escudos con la figura de El Fantasma, sino que también se encargaba de leer los cómics en público, transmitiendo las historietas de esas páginas. Y uno de los motivos por los que comenzó a plasmar al personaje en las herramientas de los guerreros es porque pensó que los líderes debían portar esos símbolos de valentía, fuerza y el legado generacional que representaba el personaje.
Es algo que se puede ver en este documental que, en unos 10 minutos, nos permite conocer esa historia. Sin embargo, no sólo El Fantasma penetró en la cultura de Papúa Nueva Guinea, ya que marcas occidentales como Coca-Cola, cerveza o cigarrillos también formaron parte de ese arte pop tribal.
Toma recuerdo desbloqueado.
Superhéroes, los nuevos dioses. Voy a salirme del tema de El Fantasma durante un par de líneas (pero prometo que está relacionado). Todas las culturas tienen su mitología. En ella hay una o varias deidades con las que, a lo largo de los siglos, se han explicado cosas, han encontrado consuelo y han tenido ese refugio espiritual. También los seres y personajes mitológicos, muchas veces ligados a las deidades.
Las deidades y mitología estadounidense viene heredada, pero (de una forma no tan exagerada), han creado a sus héroes. Sus superhéroes. No me gustó nada como película, pero tengo que reconocer que ‘La Liga de la Justicia’ de Zack Snyder (la versión de cuatro horas) ofrece esa visión de los superhéroes como los nuevos dioses, casi habitantes de un Olimpo por encima del bien, del mal y de la humanidad. Y, por qué no, puede que en unos cientos de años consideren a Batman de una forma similar a como hoy vemos a Hércules. En Papúa Nueva Guinea, está claro que algo de eso hay.
Palabra clave en Noruega. Volviendo a El Fantasma, los cómics no sólo tuvieron importancia para los Wahgi. La obra de Falk se inspiró en elementos nórdicos y, casualidad o no, donde también pegó fuerte fue en Noruega. El propio autor contó que, ciertos movimientos de resistencia noruegos durante la Segunda Guerra Mundial, así como otros grupos clandestinos en Haití y Argentina, utilizaban ‘The Phantom’ como contraseña.
Seguro que esas historias (también la de la cultura pop tribal de Papúa Nueva Guinea) alegraron a un Lee Falk que escribió historias de El Fantasma hasta sus últimos días. El autor falleció en 1999 a los 87, quitándose la máscara de oxígeno durante sus últimas horas para dictar nuevas historias.
Imágenes | Phanttom 2040, Richard, The Phantom
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La noticia
Hay una tribu de Papúa Nueva Guinea que tiene a un superhéroe de icono espiritual. La culpa es de la Segunda Guerra Mundial
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Alejandro Alcolea
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