El nombre del sitio en el que nacemos o vivimos no suele tener demasiada importancia. Sí, hay lugares más o menos históricos o exóticos, pero el nombre del mismo no suele importar. Ahora bien, si dices: «me llamo Pepito Pérez y soy de Esvástica», la cosa cambia. Porque la esvástica, o cruz gamada, es un símbolo que se usa en culturas orientales desde hace miles de años, pero sigue intrínsecamente ligada al Tercer Reich de Hitler.
Pues bien, hay un pueblo canadiense que se llama Swastika, o Esvástica, y su historia está ligada a la de una de las mayores fanáticas de Hitler.
Esvástica canadiense. En el sureste canadiense, en la provincia de Ontario, se fundó en 1908 una pequeña comunidad minera alrededor de una mina de oro descubierta unos meses antes. En América todavía se vivía la fiebre del oro y es algo que atrajo a varias personas buscando fortuna o buena suerte a la zona. Precisamente, uno de los significados de ‘esvástica’ en sánscrito es el de ‘buena suerte’ (entre muchos otros), por lo que parecía un nombre apropiado para una mina de oro.
Para 1911, Swastika tenía una comunidad de unas 450 personas que estaban relacionadas de un modo u otro con la mina homónima o con la de Lucky Cross, pero el interés en estas explotaciones decayó poco después. Entonces, Swastika se centró en ser un punto neurálgico para el transporte ferroviario con las minas más ricas de Kirkland Lake que estaban a unos ocho kilómetros de la localidad.
De hecho, la esvástica no sólo daba nombre a un pueblo, sino a dos equipos de hockey sobre hielo: los Fernie Swastikas en Columbia Británica y los Windsor Swastikas en Nueva Escocia. Y por occidente había varias organizaciones que utilizaban tanto el nombre como el símbolo.
Y llegaron los nazis. Estalló la Segunda Guerra Mundial y no hace falta indicar el motivo por el que la esvástica ya no sonaba tan bien. Se había convertido en el símbolo del Tercer Reich y en occidente se emprendió una campaña para que todo lo que no estuviera relacionado con los nazis borrara esa iconografía. Esa corriente también llegó al pueblecito de Swastika.
Durante la guerra, el gobierno provincial eliminó tanto el símbolo como el nombre, rebautizando la ciudad como Winston. La idea era que tuviera el nombre de Churchill, honrando al primer ministro británico, pero es un cambio que no cuajó.
Al diablo con Hitler. La pequeña comunidad se formó con el nombre de Swastika, y Swastika seguiría llamándose. Eso era lo que pensaban los residentes que, cuando el gobierno cambió el nombre, volvieron a colocar una nueva placa en la ciudad con el nombre original y con el mensaje de “al diablo con Hitler, nosotros inventamos nuestro nombre primero”. Y así se ha mantenido en una ciudad que ha sobrepasado holgadamente la centena de años y en la que, actualmente, viven unas 500 personas.
La familia Mitford. Está claro que Swastika no tenía nada que ver con lo que estaba ocurriendo en Europa, pero el nombre sí atrajo la mirada de una persona: Unity Mitford. Unity Valkyrie Freeman-Mitford nació en Londres, pero fue concebida en Swastika, donde se encontraba su familia debido a intereses con las minas de oro. Esa familia es la de los Mitford, aristócratas británicos que debían ser un espectáculo en la cena de Navidad.
¿El motivo? David Mitford fue un veterano de la Primera Guerra Mundial y ferviente defensor del imperio británico. Además, era un xenófobo declarado que odiaba a los franceses, pero también fuertemente a los alemanes. Su esposa, Sydney Bowles, era simpatizante del fascismo europeo y dos de sus hijas (Diana y Unity) admiraban a Hitler. Otra de las hijas, Jessica, era una ferviente antifascista que se distanció de su familia
Casi convencidos por Hitler. Aunque David no tenía simpatías por las ideas de Hitler, la familia viajó a Alemania en 1938 para asistir al mitin de Núremberg en el que se celebró la anexión de Austria a Alemania. No fue allí donde Diana y Unity conocieron a Hitler, ya que ellas ya habían estado en el mitin de Núremberg de 1933, pero su padre David se dejó seducir por el gobernante alemán. Claro, hasta que Hitler declaró la guerra a Inglaterra, y si algo amaba David, era a su Inglaterra, por lo que volvió a mostrarse antialemán.
La nazi de Swastika. Sin embargo, Unity estaba enamorada de Hitler. AY ago extremadamente curioso es que tenía una copia del manifiesto de Hitler, el Mein Kampf, firmada por él. «Siempre estoy contigo, por muy lejos que estés. Siempre estás a mi lado. Nunca te olvidaré. Para mi Walküre Unity», firmó Hitler, como si fuera el anuario de un adolescente. En esa misma página, Unity había conseguido las firmas de Goebbels, Himmler, Speer, Hess o Göring.
Esa ensoñación no duró mucho a la británica, ya que cuando Gran Bretaña declaró la guerra a Alemania, el 3 de septiembre de 1939, la joven intentó suicidarse de un disparo en la cabeza en Múnich. Salió mal, pero sufrió graves daños cerebrales que obligaron a su madre a cuidar de ella en Inglaterra hasta la muerte de la joven en 1948, tres años después de que Hitler sí consiguiera acertar con el tiro en la cabeza.
Y es extremadamente curioso que de esa casualidad, la concepción de una persona en un lugar a miles de kilómetros de su hogar, naciera esa conexión entre el nombre de Swastika y una célebre seguidora de Hitler. Y, como curiosidad, Diana sí llegó a cumplir el sueño de casarse con un líder fascista: el británico Oswald Ernald Mosley.
Imágenes | Familia Mitford
–
La noticia
Hay un pueblo llamado «Esvástica» y siempre se ha negado a cambiarse el nombre. Su argumento: llegó antes que los nazis
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Alejandro Alcolea
.