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«Hay demasiado mariconeo»: las palabras del Papa resumen el enorme problema que la Iglesia tiene con el colectivo LGBTCarlos Prego​

Polémica en la Iglesia. Y a cuenta en esta ocasión de uno de los temas en los que menos cómodos parecen sentirse sus dirigentes: la homosexualidad. Durante una reunión a puerta cerrada celebrada hace diez días en el Vaticano con los obispos de Italia, el papa Francisco mostró su oposición categórica a que los gais se conviertan en sacerdotes. La postura no es del todo nueva, pero sí lo son las formas usadas por el Pontífice, quien a lo largo de los últimos años se ha caracterizado por suavizar el tono de la Iglesia hacia el colectivo. Si no quiere gais en los seminarios católicos es en parte —aseguró Francisco— porque ya percibe allí demasiado «mariconeo».

Claro está, la palabra ha desatado una tormenta. Una lo suficientemente intensa como para que el Vaticano haya tenido que emitir un comunicado disculpándose.

«C’è già troppa ‘frociaggine'». La frase es breve, pero ha agitado la Iglesia y provocado una polémica que amenaza con empañar el discurso defendido durante los últimos años por el papa Francisco. Hace unos días, el 20, el Pontífice se citó en el Vaticano con los obispos de Italia para celebrar una reunión de trabajo. La cita no tenía nada de extraordinario y su propósito era abordar temas relacionados con la Iglesia. En ese contexto, uno de los prelados lanzó una pregunta delicada a Jorge Bergoglio: ¿Cómo actuar cuando un homosexual intenta acceder al seminario?

Su respuesta fue clara, concisa… y despectiva. Francisco pidió a los obispos italianos que no permitan que los homosexuales se conviertan en sacerdotes y acompañó su réplica de una reflexión de un tono tan homófobo que ha acabado desatando la polémica: si no se deben abrir los seminarios a los gais es, al menos en parte, porque en algunos ya hay demasiado «frociaggine», un término italiano que puede traducirse en español como «mariconeo» o «ambiente marica».

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De filtraciones y patinazos. La asamblea se celebró a puerta cerrada, sin transcripciones oficiales, así que lo que sabemos del comentario de Francisco es fruto de filtraciones. El primero en publicarlo fue la web sensacionalista Dagospía; pero desde entonces la información ha sido corroborada por medios de alcance en Italia, como La Reppublica, que replicó el entrecomillado de Bergoglio; o Corriere della Sera. También la han recogido agencias y The Guardian o la cadena BBC.

Algunos medios atribuyen lo ocurrido a un patinazo del Papa al expresarse en idioma italiano. De hecho las fuentes usadas por el Corriere della Sera, obispos que hablan bajo la condición del anonimato, sugieren que Bergoglio —de origen argentino, aunque de raíces piamontesas— pudo no ser consciente del significado ofensivo de la palabra. La polémica en cualquier caso ya está servida.

Disculpas públicas. El comentario de Bergoglio ha generado sin embargo el suficiente revuelo como para que el Vaticano haya emitido ya una aclaración. Y una disculpa. En una breve nota difundida por Vatican News, web ligada a la Iglesia, el Vaticano intenta quitar hierro a lo ocurrido. El director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Matteo Bruni, asegura que el Papa es «consciente» de la polémica y subraya que «nunca tuvo la intención de ofender o expresarse en términos homofóbicos y pide disculpas a quienes se hayan podido sentir ofendidos».

«El Papa nunca pretendió ofender ni expresarse en términos homófobos, y pide disculpas a quienes se hayan sentido ofendidos por el uso de un término, como han denunciado otros», abunda la nota, que subraya que el supuesto comentario se hizo durante una cita a puerta cerrada, y el Pontífice ha aclarado en otras ocasiones que «en la Iglesia hay sitio para todos». «¡Para todos¡ Nadie es superfluo», remarca.

Los sacerdotes, heteros. Más allá del vocabulario, el Papa parece haber expresado con rotundidad su oposición a que se admitan homosexuales en los seminarios y puedan, por lo tanto, acabar convirtiéndose en sacerdotes. La postura no es de hecho tan nueva como el tono utilizado por Francisco. En realidad está en sintonía con una instrucción de la Iglesia de 2005 que se confirmó 11 años después, ya con Bergoglio sentado en la silla de Pedro, y se pronuncia sobre la materia.

«La Iglesia, respetando profundamente a las personas en cuestión, no puede admitir en el seminario y a las órdenes a quienes practican la homosexualidad, presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas o sostienen la así llamada cultura gay», recoge la instrucción sobre los «criterios de discernimiento vocacional» para «personas de tendencia homosexual». Curiosamente, si bien el propio Francisco se ha mostrado abierto a que la Iglesia «revise» el celibato, este sigue rigiendo entre los sacerdotes, al margen de su orientación sexual.

Un momento clave. Que el tema de la homosexualidad, el sacerdocio y los seminarios se abordase durante la reunión del día 20 no es casualidad. Hace solo unos meses los obispos italianos ya dieron su visto bueno a un nuevo reglamento para seminaristas que aún debe recibir el plácet final del Dicasterio para el Clero, responsable de supervisar los asuntos relacionados con sacerdotes y diáconos.

Es más, El País señala que la posibilidad de que los gais accedan o no a los seminarios generó entonces división de opiniones entre los prelados e incluso se llegó a tratar una enmienda para aquellos candidatos homosexuales a sacerdotes comprometidos con el celibato. La postura del papa Francisco al respecto ha quedado ahora negro sobre blanco. Con exabrupto homofóbico incluido.

¿Giro del discurso? Más que por el fondo, el comentario del Pontífice ha llamado la atención por dos factores: el cómo y el cuándo. Desde que inició su pontificado, en marzo de 2013, Francisco se ha caracterizado por suavizar el tono de la Iglesia hacia los homosexuales, apostando por un tono más conciliador que su predecesor, Benedicto XVI. «Si alguien es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarlo?», reivindicaba tras iniciar su papado.

No ha sido su único guiño. A finales de 2023 llegó incluso a permitir la bendición de las parejas del mismo sexo, así como otras uniones en «situación irregular» a sus ojos. La bendición no los equipara en cualquier caso al matrimonio y poco después, en enero, el Vaticano matizaba que el gesto no implica una aprobación.

«Una cuestión muy seria». Las declaraciones del lunes minan en parte ese acercamiento impulsado a lo largo de los años, aunque tampoco esta es la primera vez que Bergoglio parece endurecer su discurso. Durante una entrevista en 2018 el Pontífice llegó reconocer su preocupación por la situación del clero. «La cuestión de la homosexualidad es muy seria que hay que discernir adecuadamente desde el comienzo con los candidatos, si es el caso —abogó—. Hemos de ser exigentes. En nuestras sociedades parece incluso que la homosexualidad está de moda y esa mentalidad, de alguna manera, también influye en la vida de la Iglesia».»

Imagen | Presidencia de la República Mexicana (Flickr)

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