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El Monopoly es un icono del capitalismo, pero se creó para todo lo contrario: denunciarlo y defender un sistema alternativoCarlos Prego​

A Elizabeth J. Magie el destino le jugó una mala pasada. En un alarde de imaginación y pedagogía, en 1904 ideó un juego de mesa al que llamó ‘The Landlord´s game’ para señalar los males del capitalismo y dar a conocer los postulados del georgismo, una filosofía económica que abogaba por la propiedad colectiva de la tierra. Con el tiempo sin embargo su obra acabó convirtiéndose en todo lo contrario: un símbolo universal del capitalismo. Tanto es así de hecho que a día de hoy el logo del juego es probablemente, junto al símbolo del dólar estadounidense, la imagen más icónica de cuanto representa el mercado.

Su nombre también ha cambiado. Ahora se llama Monopoly.

El juego de Magie. Su nombre tal vez no te suene, pero Elizabeth J. Magie es el cerebro y el alma que están detrás de uno de los juegos de mesa más populares de la historia: el Monopoly. Solo que ella no lo llamó así. Y el propósito original con el que lo ideó, hace ya más de un siglo, ha acabado alterándose por completo. Tanto, que no es descabellado pensar que se escandalizaría con su enfoque actual.

Magie era una mujer de Illinois, inconformista y apasionada por las artes y la economía, que a comienzos del siglo XX decidió crear una obra para señalar los males del capitalismo y poner en valor la filosofía económica que ella abrazaba, el georgismo. Solo que a diferencia de otros autores, Magie no optó por escribir un ensayo o una obra de teatro. Lo que hizo fue idear un juego de mesa al que llamó ‘The Landlord´s game’. En enero de 1904 lo registró con la patente 748.626.

Otra forma de acercarse George. La forma quizás resulte peculiar; el fondo, no tanto. Lo que Elizabeth Magie quería con su juego era dar a conocer parte de la teoría económica de Henry George, un intelectual muy popular en su época, autor de ‘Progreso y pobreza’ y gran exponente de la ideología económica georgista.

Como recuerda el historiador Eduardo Montagut, George opinaba que cada individuo es dueño de lo que gana, por lo que respetaba la propiedad privada; pero difería del capitalismo en un aspecto clave: aquello que aporta directamente la naturaleza, incluida la tierra, son recursos que pertenecen a todos por igual.

Con esa premisa el georgismo abogaba por la aplicación de un impuesto único sobre bienes inmuebles, una tasa que gravase de forma directa el recurso, no su mayor o menor productividad, y acabará beneficiando al conjunto de la sociedad. La idea era sencilla: ya que la tierra pertenecía a todos, su aprovechamiento debería dejar también beneficios, vía impuestos, para la comunidad.

Un circuito, dos modos. ‘The Landlord´s game’ supuso todo un alarde de talento didáctico para dar a conocer el georgismo. La economista Kate Raworth recuerda que Magie diseñó un circuito repleto de calles y monumentos a la venta, precios de compra, servicios y cartas que se tomaban al azar. La clave de su obra eran sin embargo sus dos reglamentos. Muy distintos entre sí. Y elocuentes.

El primero era el de la «Prosperidad», una dinámica de juego comunitaria: cuando un participante se hacía con una propiedad todos los jugadores ganaban algo. La partida terminaba cuando el peor posicionado al principio duplicaba su «fortuna».

El segundo reglamento era competitivo y su nombre no podía ser más intencionado: «Monopolista». Con él, cada uno de los jugadores avanzaba a costa de comprar propiedades y cobrar rentas para arruinar a sus contrincantes.

«Demostración práctica». Las conclusiones del juego dejaban poco margen para interpretaciones, pero por si acaso Magie se encargó de expresarlas de forma clara, negro sobre blanco. Su obra era una «demostración práctica del sistema de acaparamiento de tierras, así como sus resultados y consecuencias», razonaba.

El foco lo tenía puesto sobre todo en los más pequeños. «Dejemos que los niños vean claramente la enorme injusticia de nuestro actual sistema agrario y, cuando crezcan, si se les permite desarrollarse de forma natural, el mal se remediará», explicaba Magie en las instrucciones que acompañaban al juego.

Y se creó el Monopoly. Magie diseñó ‘The Landlord´s game’ hacia 1903, en 1904 obtuvo la patente y en 1906 lanzó el juego por su propia cuenta. Al cabo de tres años probó suerte con un fabricante, pero sin demasiado éxito. La compañía lo rechazó porque consideraba que sus reglas eran muy complicadas. El siguiente episodio crucial en la historia del juego llegó décadas después, en los años 30, cuando Charles Darrow conoció por casualidad la creación de Magie.

A Darrows la idea le pareció tan atractiva que le llevó a a Parker Brothers. No mucho después se lanzaba el Monopoly. La compañía acabó comprando la patente de Magie, pero con los años el enfoque ideológico que había inspirado a su autora quedó totalmente alterado: se promocionó la dinámica de juego en la que ganaba el participante que lograba arrastras a sus contrincantes a la bancarrota y la idea de un impuesto único sobre la tierra y los postulados georgistas se esfumaron.

El resto es historia de los juegos de mesa… y del capitalismo: el famoso «Rich Uncle» ha logrado vender cientos de millones de copias y su imagen, de hombre canoso, con bigotes, bastón y sombrero de copa, se convirtió en un icono del sistema económico cuyas vergüenzas quería evidenciar Elizabeth Magie.

Imágenes | William Warby (Flickr) y Wikipedia 1, 2 y 3

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El Monopoly es un icono del capitalismo, pero se creó para todo lo contrario: denunciarlo y defender un sistema alternativo

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