El verano es muchísimas cosas: playa, sal, noches que duran un suspiro, jarras de sangría que valen lo que un piso en la Gran Vía, güiris, manifestaciones antituristas, tardes soporíferas volviendo a casa del trabajo al calor del asfalto vacío…
Pero, en el Instagram español, el verano empieza a ser (y de qué manera) sinónimo de morado. De campos infinitos de lavandas en flor de un color tan morado que te hacen dudar si todos esos campos fueron diseñados por el mismo director de arte que hizo las películas de Avatar.
Esto es lo que hay que saber (y a donde hay que ir) si queremos ver esa maravilla veraniega que es la lavanda.
La lavanda que vino de Francia
Aunque la lavanda es un viejo conocido, no fue hasta hace tres o cuatro décadas cuando el lavandín (un híbrido entre la lavanda y el espliego) llegó al país en las maletas de Álvaro Mayoral, un profesor de Guadalajara que pasaba los veranos en Francia. Ese fue el primer paso para que Brihuega se convirtiera en la capital española de la lavanda.
Pero la cosa no se quedó ahí. Según explicaba Lucía Martínez, aunque los últimos informe del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación hablaban de unas 8.000 hectáreas dedicadas al cultivo de lavanda en España y una producción de más de 30.000 toneladas anuales, los números en 2024 deben ser mucho mayores.
Amor Guzmán, secretaria de la Asociación Nacional Interprofesional de Plantas Aromáticas y Medicinales (Anipam) explicaba en 2023 que «en cinco años se había más que duplicado la superficie» dedicada a ella. Si «en 2016 había apenas 3.000 hectáreas cultivadas», el año pasado estaban «cerca de las 10.000 hectáreas».
¿Dónde ir para disfrutar de la lavanda en flor?
Como digo, el primer gran destino turístico lavandero es Brihuega. Históricamente ha sido uno de los centros de producción en España y, además, por su cercanía a Madrid, se convirtió rápidamente en un lugar de referencia. Hasta tal punto, que durante julio (el mes de la floración) en la comarca se desarrollan numerosas iniciativas extra: desde un festival a las más variadas actividades culturales.
Sin embargo, España es muy grande y el mercado de la lavanda es muy jugoso. En Moratalla (Murcia) y la comarca, se pueden encontrar campos enteros de estos cultivos que dejan, además, unas imágenes maravillosas: el contraste de las flores moradas con la rarísima orografía del terreno. Pocos lugares me han impresionado tanto como la lavanda en Zaén de Abajo.
El Romeral, en Toledo, es otro de los lugares que se inspiró en la Provenza francesa y que llevan décadas de cultivo de lavanda a sus espaldas. En principio, esto es solo una finca enorme propiedad de una sola familia y ofrecen visitas turístico-divulgativas.
El mismo tipo de actividades que ofrecen en el Centro de Interpretación de la Lavanda de Tiedra, en Valladolid. Un edificio (que cuenta con su propia destilería de aceites esenciales) situado en entre una extensión infinita de campos de lavanda.
Un poco más al sur, Ossa de Montiel, además de campos de lavanda, también tiene una fábrica de esencias que se puede visitar. Y, por supuesto, se encuentra en el corazón del parque de las Lagunas de Ruidera. Esto es lo más interesante del turismo de la lavanda: que nos acerca a otras muchas maravillas naturales del país que, de forma habitual, permanecen ocultas.
Imagen | Juanpablo Roldan
En Xataka | Chile ha decidido sacar partido de su «oro azul». Y ya aspira a convertirse en el segundo productor mundial
–
La noticia
Cómo un mercado en expansión creó una de las maravillas naturales de España: cinco sitios donde ver la lavanda en flor
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Javier Jiménez
.