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El «tren fantasma» de la Segunda Guerra Mundial: el infernal último viaje de 700 personas entre Francia y el campo de DachauAlejandro Alcolea​

La Segunda Guerra Mundial está plagada de historias de película. Tramas protagonizadas por espías que fueron cruciales en los momentos clave del conflicto; operaciones de engaño a una escala nunca vista hasta la fecha, misiones heroicas, curiosas y algún que otro desastre estratégico. Por otro lado, la historia del ‘tren fantasma’ se cuenta como uno de los numerosos episodios oscuros de la contienda.

El tren entre la ciudad francesa de Toulouse y el campo de concentración de Dachau es uno más de los que transportaban ‘deportados’ para realizar trabajos forzados o, simplemente, como parte de la Solución Final de exterminio de los judíos. Sin embargo, el viaje emprendido en verano de 1944 fue una tortura no sólo porque los prisioneros conocían el destino, sino por la propia travesía.

Fue tan cruda que la última travesía de este tren de ganado humano que transportó a unas 724 personas y que se conoció con el mencionado sobrenombre de… ‘tren fantasma’.

El eterno viaje del tren fantasma

Dachau fue el primer campo de concentración establecido por los nazis. Estaba ubicado en una antigua fábrica de municiones, a unos 17 kilómetros del noroeste de Múnich y, con su inauguración en marzo de 1933, se pretendía que fuera un campo de trabajo y reinserción. Como muchos otros durante el régimen, terminó siendo un campo de exterminio que estuvo activo durante 12 años, hasta que llegaron los norteamericanos en abril de 1945.

Campo de Dachau a la izquierda. Se pueden observar los barracones

En él se encerraba a todo tipo de prisioneros, lo que implicaba enemigos del régimen (opositores políticos, republicanos españoles, comunistas o prisioneros de guerra soviéticos), pero también los que encajaban con las ideas racistas y homófobas de los nazis (judíos, gitanos y homosexuales). Desde fuera, parecía un campamento militar, pero en el interior había 34 cuarteles con una capacidad máxima de unos 200 prisioneros.

La manera más efectiva que tenían los nazis de alimentar esos campos era mediante el transporte en tren, los llamados ‘trenes del holocausto‘. En varias películas se muestra cómo suben a las personas como si fueran ganado en vagones abarrotados cuyo destino es uno de estos campos. Los viajes no solían durar demasiado porque los trenes no se detenían. Sin embargo, el último viaje del tren entre Toulouse u Dachau fue eterno.

La fecha es finales de junio de 1944. Tres semanas después del desembarco de Normandía, los aliados estaban avanzando a buen ritmo por las tierras ocupadas. Sin embargo, los nazis combatían a las tropas enemigas mientras mantenían en marcha su maquinaria de exterminio. Con la cabeza fría, no tiene sentido seguir manteniendo la estructura de los campos en una situación en la que te están acatando norteamericanos, ingleses, canadiense y fuerzas francesas y holandesas por el oeste, a la vez que los soviéticos aprietan por el este, pero así fue.

Decididos a recrudecer su ensañamiento contra opositores, enemigos del III Reich y personas a las que consideraban inferiores, Hitler siguió llenando trenes con los campos como destino. Temiendo que los británicos y estadounidenses entraran en el campo Vernet d’Ariège del sur de Francia, unos 400 prisioneros emprendieron el 30 de junio el camino hasta Toulouse.

Entre ellos estaban ‘los siete de Vernet’, un conjunto de oficiales que se habían mantenido fieles a la II República española y que habían tenido que huir a Francia. El 2 de julio, los 402 prisioneros del campo de Vernet y 150 combatientes de la resistencia fueron hacinados en grupos de 80 personas en vagones que tenían capacidad para 40 como mucho. Hacía calor, el agua y comida escaseaba y estaba claro que los nazis no querían que estuvieran cómodos.

Monumento en Sorgues, donde ayudaron a algunas personas a escapar

También había miembros de la policía militar nazi que con la misión de que no se escaparan durante un trayecto de 905 kilómetros hasta Dachau que se podía hacer en tres días. Sin embargo, tardaron casi dos meses en llegar. La situación en Francia era complicada para los alemanes debido al avance aliado y la ruta clásica del tren era impracticable. Los bombardeos en estaciones, el sabotaje de vías por parte de la resistencia francesa o la destrucción de puentes impidieron un viaje normal y supuso un infierno para los prisioneros.

Los aliados no estaban saboteando concretamente ese tren, sino la infraestructura para dificultar la llegada de refuerzos alemanes hacia el frente de Normandía, pero terminó afectando a los prisioneros. Esas condiciones provocaron que, en numerosas ocasiones, el tren se detuviera durante días en algunas estaciones, realizara cambios de rumbo y esperas larguísimas mientras arreglaban las vías. También se dio marcha atrás en alguna ocasión y, por si fuera poco, hubo momentos en los que se detenía para protegerse de los bombardeos.

Recordemos que faltaban víveres y hay historias de prisioneros que se turnaban para poder tumbarse. Además, también se produjeron intentos de fuga. A veces eran exitosos, pero otras no y los alemanes pusieron en práctica castigos como cerrar un vagón para que fuera un horno bajo el sol abrasador o un fusilamiento en el que se pudo comprobar la doble vara de medir de algunos oficiales.

Como represalia de las acciones de la Resistencia, seleccionaron a 10 prisioneros que, junto a otros 46 prisioneros de Burdeos, fueron llevados a las afueras de la ciudad para ser fusilados. Hasta tres veces. El motivo es que uno de los oficiales se negó a hacerlo porque no habían seguido el procedimiento para ello (es decir, llevarlos a campos de concentración sí, pero fusilarlos no), por lo que tuvieron que volver a la zona dos veces más para, finalmente, ser ejecutados.

Durante la travesía fueron montando decenas de prisioneros más, transportando hasta 724 prisioneros a lo largo de sus etapas, y los ‘accidentes’ no cesaron. Los aviones aliados ametrallaron varias veces el convoy, matando tanto a alemanes como a deportados y consiguiendo dañar en dos ocasiones la locomotora. Entre todas las paradas, algunos civiles intentaron ayudar a los prisioneros, pero rara vez estas acciones se saldaban con una victoria.

Una de las puertas de Dachau con la frase «el trabajo os hará libres»

Se estima que unas 200 personas lograron escapar, pero finalmente, el Tren fantasma llegó a Dachau el 28 de agosto, casi dos meses después de su partida y con un recuento de 536 prisioneros. Casi la mitad de ellos no sobrevivieron.

Dachau en la ficción

¿Recuerdas que la capacidad de los cuarteles era para unos 200 prisioneros? Bien, cuando los norteamericanos llegaron el 29 de abril de 1945, algunos cuarteles tenían 1.600 personas, la mayoría en un estado al borde de la muerte y, en total, se estima que el campo recibió más de 200.000 prisioneros de 30 países distintos.

El campo de Dachau fue protagonista en televisión gracias a un magnífico capítulo de la fabulosa ‘Hermanos de Sangre‘ de Steven Spielberg y Tom Hanks. En él, podemos ver las condiciones de los prisioneros cuando llegaron los norteamericanos y la incredulidad por parte de los soldados por la existencia de algo así. Lo que no sabían en ese momento (al menos los protagonistas de la serie) es que el de Dachau no era el único. Y algo que también se mostró es que los civiles alemanes fueron obligados a enterrar a las víctimas del campo.

Ahora bien, ese sobrenombre de ‘tren fantasma’ no se debe ni a las condiciones del viaje ni a las muertes, sino a que los cambios de tren, las idas y venidas del tren original y la variación del rumbo en ocasiones provocara que nadie supiera, exactamente, dónde estaba el tren.

Imágenes | Schmidane, Hans-Peter Scholz

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El «tren fantasma» de la Segunda Guerra Mundial: el infernal último viaje de 700 personas entre Francia y el campo de Dachau

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Alejandro Alcolea

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