Hace cuatro años Microsoft prometió que a finales de esta década lograría ser negativo en carbono y eliminar más dióxido de carbono del que produce en toda su infraestructura. El plan, uno de los más ambiciosos de las Big Tech para luchar contra el cambio climático, se ha encontrado con un problema muy gordo: la inteligencia artificial.
Microsoft contamina más que antes, no menos. Un nuevo informe de sostenibilidad de la empresa revela cómo aunque algunas emisiones se vieron reducidas, sus emisiones indirectas (las más cuantiosas, lo que llaman Scope 3) se incrementaron un 30,9% % respecto a en 2020.
La IA como sospechosa. Ese aumento se debe a la construcción de más centros de datos —de ellos, unos cuantos en Europa— y el CO2 emitido al crear los materiales de construcción, pero también componentes hardware como semiconductores, servidores o racks. Y esos centros de datos están centrados en un apartado muy específico: las cargas de trabajo de IA, pero en Microsoft afirman que esta nueva tecnología no es la verdadera culpable.
Renovables para los chatbots. La razón, argumentan, es que en realidad la energía que utilizan para esas tareas proviene al 100% de fuentes de energía renovables. Las emisiones indirectas de las que hablamos están asociadas a procesos en los que no aplican renovables, pero con la IA sí lo hacen.
No podían preverlo. Brad Smith comentaba en Bloomberg cómo plantearon sus objetivos de ser negativos en carbono en 2020, «antes de la explosión de la inteligencia artificial». Eso hace agún más complicado lograr esos objetivos, porque las necesidades en el ámbito energético crecerán de forma espectacular.
Dudas. Pero como apuntan en ese reportaje en Bloomberg, esas afirmaciones pueden estar basadas en el hecho de que las empresas acuerdan por ejemplo contratos de compraventa de energía con proveedores de renovables o también créditos de renovables. Esto último, no obstante no parece impulsar la demanda de más energías renovables según un estudio reciente.
El problema afecta a otras muchas. La situación por la que está pasando Microsoft es análoga a la que sufren las grandes protagonistas de este campo: Google, Amazon o Meta, que han invertido ingentes cantidades de dinero y recursos para lograr ser referentes en el mercado de la IA, también están viendo cómo los consumos energéticos se disparan.
Microsoft y Google ya consumen más que Eslovenia. Como explican en Bloomberg, los consumos globales de estas compañías ya superan a los de algunos países europeos. Microsoft superaba en 2022 los 20 TWh y Google estaba a punto de alcanzar esa cifra. Ambas empresas siguen creciendo en consumo, pero por ejemplo en Eslovenia el consumo eléctrico no ha subido sino que ha bajado, y ahora está por debajo de los 15 TWh, lo que supone que ambas empresas consumen más a nivel global que este país.
Más IA, más problemas. La situación actual no invita a pensar que las necesidades de cómputo vayan a relajarse. Más bien lo contrario, porque se espera que las necesidades energéticas se tripliquen en 2030.
Posibles soluciones. Para combatir ese problema y las emisiones que se derivan de él, hay varias opciones. Una es efectivamente apostar por las renovables. Otra, utilizar componentes cada vez más eficientes, que es precisamente lo que están logrando las Big Tech con nuevos chips cada vez más potentes y eficientes. Y aun así, el reto que Microsoft se planteó en 2020 de ser negativo en carbono esta década está cada vez más difícil de lograrse.
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La noticia
Microsoft quería ser negativo en carbono en 2030, pero ha aparecido un gran obstáculo: la inteligencia artificial
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Javier Pastor
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